Las historias de terror regresan y en particular es una que siempre me ha llamado la atención, pero dirán “la combustión espontanea no da miedo”, pues en algunos casos se han vuelto más que un simple mito.
Cuando hacemos referencia a la famosa combustión espontánea hablamos de un mito que lleva años de existir en la mente de las personas, desde simples leyendas para asustar a las malas personas, con que se quemarían por sus pecados, hasta convertirse en tema de investigación.
Cuentan que en los anteriores siglos las personas se quemaban por castigo divino, algo como una “visitación de Dios” en donde debían rendir cuentas por lo que habían hecho (semejante forma de asustar a la gente).
Uno de los principales argumentos utilizados por los defensores de una causa paranormal de la combustión humana espontánea es que el cuerpo humano está compuesto principalmente por agua, por lo que no arde muy bien. Sin embargo, en muchos casos de combustión espontánea, los cuerpos de las víctimas fueron reducidos a cenizas. Para llegar el cuerpo a tal estado se necesitan temperaturas de más de 1.700°C. Incluso en los modernos crematorios, que trabajan con temperaturas de 870-980 °C, los huesos no se consumen completamente y tienen que ser molidos.
En los casos en los que se cuenta con descripciones detalladas y fiables aparecen una serie de elementos comunes:
1. El fuego suele estar localizado en el cuerpo de la víctima. Los muebles y electrodomésticos cercanos a la víctima suelen quedar intactos. Los alrededores de la víctima sufren poco o ningún daño.
2. La zona alrededor de la víctima y, a veces el resto de la habitación, se encuentra cubierta de un hollín grasiento.
3. El torso suele quedar muy gravemente dañado, a veces reducido a cenizas, pero las extremidades de las víctimas a veces quedan intactas o poco dañadas.
4. Casi siempre las víctimas tienen algún problema de movilidad (invalidez, sobrepeso...) o se encuentran incapacitadas (consumo de alcohol, barbitúricos...).
5. Las víctimas son encontradas un largo tiempo después de ser vistas con vida por última vez (típicamente más de 6 horas).
6. Las víctimas, en los casos citados, tienden a ser adultos mayores.
Las explicaciones racionales de estos sucesos se engloban en dos categorías básicas: crímenes (El caso de la condesa von Görlitz 1847) y efecto mecha (El efecto mecha fue propuesto por D. J. Gee en 1965).
Entre algunos casos están:
Nicolle Millet 1725
Cornelia Zangari di Bandi, Condesa de Cesena 1731
Mary Reeser 1951
John Irving Bentley 1966
Susan Motteshead 1980
Debbie Clark 1985
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